Canción de adiós

Fuiste la luz de mi vida
y mi musa preferida
pero todo se acabó
fuiste mi cruz de rosario
mi suerte en el calendario
la dueña de mi colchón

Fuiste un tango puro y duro
escrito en papel oscuro
que no quiero ni cantar
una guitarra sin cuerdas
un collar falso de perlas
que nunca vieron el mar

Me encontré mirandonos

Miradas que se envuelven,

que se tejen y a la vez se enredan

Miradas con sed de besos,

que se pierden y se encienden

Miradas que se hablan,

sin pronunciar una palabra

Miradas que se sonríen

que intimidan, que no se controlan

Miradas difícil de sostenerse,

que atraviesan y se conectan

Miradas irresistibles,

que se acarician a la distancia

Miradas que se entienden,

que se encuentran y se reconocen

Miradas que se sumergen,

que se transportan a otro universo

Miradas que suspiran

con la pasión que transmiten

Miradas, simples miradas

que al cruzarse despiertan el alma...

Siempre con ganas de volver...

Y hay días como los de hoy en donde me iría hasta la constelación más cercana.

Sin mucho equipaje. Sólo mi mochila viajera (mi fiel compañera), y algunas hojas en blanco.

Me iría renunciando a un pasado, persiguiendo un futuro. Dejando atrás lo que me hace mal.

Buscando respirar otro aire, más cerca del sol, más lejos de la tierra.

Abandonaría esta ciudad, me alejaría de las calles asfaltadas, del ruido constante, del humo asfixiante.

Cambiaría mi rutina por paisajes. Huiría a la montaña y me perdería entre los árboles,

me sentaría a orillas del agua a contemplar el horizonte, tan utópico y a la vez tan inalcanzable.

Me enfrentaría con el lago, donde mi reflejo sea mi único espejo.

Cerraría los ojos para sólo escuchar al viento, que sin darme cuenta me habla en secreto.

Me acostaría en el pasto para sentir el perfume de las plantas, abriría mis sentidos,

y volvería a descubrir que lo esencial es invisible a los ojos.

Hay días como los de hoy que me fugaría al sur...