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Arribos. Partidas. Incontables conexiones se suceden en rutas invisibles. Mundos heterogéneos se perciben a simple vista. Algunos llegan. Otros se van.
El idioma es el nexo que los une y a la vez los diferencia. Son las señas las que están presentes, las que los invita a comunicarse, a conocerse. Es el lenguaje de los gestos y las formas de mirar que los interpela y los construye. Son los modos que los identifica, los intereses que los distingue. Es el bien común lo que los hace humanos.
Es en la terminal de los viajes donde se encuentra eso y más. En los diálogos, en las sonrisas, en las despedidas y las bienvenidas. En cada avión que despega vuelan ilusiones, transitan sueños, anhelos. En cada avión que aterriza llegan promesas, vivencias, desafíos.
Es un transcurrir constante de historias. Algunos corren en minutos, otros descansan en horas. Algunos se encuentran, se abrazan, se besan. Otros lloran, discuten, se traspasan. Algunos deambulan, hacen barullo, se inquietan. Otros en silencio, al igual que yo, sólo se dedican a observar, escuchar e interpretar...
Un lugar donde la mente puede volar.
* Escrito en el aeropuerto de Budapest, Hungría .
