Pareciera por momentos que mi inspiración se va detrás de las ausencias.
De la tuya, o quizás de la mía. Sin dejar rastros de aquel suspiro.
Sin un vestigio de cuan cerca o lejos estamos.
Las palabras creyeran descansar en algún charco perdido.
Y no existe musa que despierte a mi pluma.
Sólo queda un resto de tinta desparramada en un papel blanco,
formando garabatos, diseñando laberintos.
Un improvisado desfile de voces que hablan sin decir nada.
Un silencioso encuentro en la noche que dice todo sin hablar.
Un lenguaje que descifran las miradas.
Una melodía que no llega a ser canción.
