El karma de los besos oxidados se pierde en la oscuridad.
La nostalgia de la noche protesta desgarrando los silencios.
Sensaciones extrañas mezcladas con ilusiones olvidadas.
Las excusas de los encuentros descansan en la almohada.
Las coartadas del destino enroscadas entre las sábanas.
Los presagios de ciertas historias, tan fugaces, tan efímeras.
Las fugitivas despedidas caen desvanecidas en el asfalto,
esperando por cualquiera que socorra a esas caricias.
Que alivie esos dolores que causan los adioses.
Que calme las heridas de aquellos sinsabores.
El humo molesto del fuego que agoniza y no cesa.
El incendio de los cuerpos que los une, que los quema.
El ardor de las pasiones que no se apaga y se desvela.
Un susurro a la distancia que grita bajo las estrellas.
Y un nuevo amanecer los despierta y los aleja...
